El discurso del Embajador Gábor Kaleta en ocasión de la conmemoración a las víctimas del Holocausto en el Centro Educacional Holocausto y Humanidades
 

“Viví en esta tierra en una edad

en la que era un honor traicionar y matar,

el traidor y el ladrón eran héroes –

quienes estaban en silencio, no deseando regocijarse,

fueron odiados como si tuvieran una peste.”
 

Estimados sobrevivientes, rabinos, invitados, queridos amigos,

El poeta húngaro Miklós Radnóti escribió estas líneas poco antes de su fusilamiento. Hoy, cuando conmemoramos el día de todas las víctimas del holocausto, Yom Hashoá, debemos encontrar respuesta a las preguntas del pasado para lograr un mejor futuro. Estas preguntas se conectan con la vida, dignidad y libertad humana, valores que fueron denegados por el Estado húngaro en las horas más oscuras de nuestra historia en el Siglo XX. No podemos empeorar esta tragedia con el crimen del olvido, como dijo el Presidente de Hungría.

La historia de mi país en el siglo XX está cargada de crímenes crecientes contra las comunidades judías y contra personas de origen judío. Después de la Primera Guerra Mundial, se promulgó la infame Ley Numerus Clausus que prohibía el derecho a la educación superior y a ciertos tipos de trabajo a la mayoría de ciudadanos de origen judío. Al final de los años treinta, se aprobaron tres leyes más que quitaron más y más derechos a las personas de origen judío. Después de haber entrado a la Segunda Guerra Mundial, en Hungría se introdujo el servicio laboral obligatorio para los judíos, que no era otro que labor forzada y denigrante.

A pocas semanas después de la ocupación de Hungría, el 16 de abril de 1944, la Administración Pública y las Fuerzas Policiales de Hungría iniciaron el establecimiento de los ghettos, lo que resultó en la pérdida posterior de 600,000 vidas inocentes.

“Auschwitz es el más grande cementerio húngaro. Cada tercera persona asesinada en este campo fue húngara.”, como subrayó el Presidente Áder. Sobre este dolor, el Primer Ministro Viktor Orbán manifestó “La pena de los Judíos Húngaros es la pena de todo el pueblo húngaro. Aunque los horrores del Holocausto fueron infligidos a nuestros compatriotas Judíos destruyendo sus vidas y propiedades, es una pérdida y dolor común para toda la nación.”.

“El Holocausto húngaro fue cometido por y contra húngaros; tanto los perpetradores como las víctimas fueron húngaros. Éste es nuestro más grande trauma nacional con el que tenemos que vivir, el que tenemos que afrontar y sobrellevar”, tal cual lo manifestado por el Ministro de Relaciones Exteriores János Martonyi al Jerusalem Post en 2013.

Como diplomático, es mi deber expresar nuestro agradecimiento a quienes salvaron vidas. Los diplomáticos Raoul Wallenberg, Per Anger o el Dr. Valdemar Langlet de Suecia; Carl Lutz o Friedrich Born de Suiza; el Nuncio Apostólico, Angelo Rotta; Carlos de Liz-Texeira Branquinho de Portugal; el Coronel José Arturo Castellanos de El Salvador; Angel Sanz Briz de España; Giorgio Perlasca de Italia; o personas de fe, como la británica Jane Haining, la húngara beatificada Sára Salkaházi, el Pastor Luterano Gábor Sztehlo, solo para mencionar algunos.

Estamos aquí para recordar las vidas perdidas. Como hemos visto, los artistas también nos ayudaron a guardar la memoria del Shoá. Entre ellos se encuentra el sobreviviente húngaro del Holocausto Imre Kertész quien ganó el Premio Nobel de Literatura en el año 2002. A través de sus obras podemos conocer y entender esta época terrible para que no se repita. Como un token de aprecio, la Embajada de Hungría entrega algunos libros de Imre Kertész a la biblioteca de la Asociación Judía del Perú.